En San Juan de Lurigancho es común encontrar, además de una comunidad con acciones colectivas, construcciones que se erigen con principios arquitectónicos de conocimiento local tradicional, caracterizando un paisaje identitario de la zona. Estos denominados “refugios”, con diferentes tipos de muros y contenciones, se agrupan siguiendo la pendiente y configuran un urbanismo a modo de terrazas y cerramientos que soportan las livianas cubiertas de teja metálica, unificando el imaginario de comunidad que evidencia una espontaneidad ordenada. Son estos factores los que consolidan un ambiente único, resultado de los procesos históricos de esta comunidad y su manera de habitar el territorio.

 

UN HITO EN EL PAISAJE VECINAL

Las características de las construcciones locales configuran una constante generalidad de edificaciones rectangulares. La propuesta busca incorporar un volumen triangular dentro de este contexto, como una arquitectura con unidad e identidad con el paisaje vecinal, un techo funcional como espacio protector y promotor del encuentro comunitario. Está compuesto por cuatro módulos de 6 m x 1,5 m x 5 m de alto que permiten construir un espacio completo de 6 m x 6 m, en las zonas niveladas y, a través de su modularidad, posibilita su acople a las complejas variaciones topográficas del lugar, conservando en todo momento la distinción triangular, creando un proyecto de materialidad y geometría franca, flexible, expandible y funcional.

Dos módulos de fácil construcción, uno amplio y otro que contiene el módulo básico de servicios y almacenaje...

 

PROGRESIVO

La no definición de una localización precisa permite pensar un proyecto que puede crecer según las condiciones puntuales del lote donde se vaya a construir. Es por esto que la propuesta de módulos triangulares permite que se puedan agrupar progresivamente, logrando conformar espacios más amplios y de mayor capacidad para el uso de la comunidad.

La articulación de los módulos se propone por medio de la conexión del despliegue de sus puertas, haciendo que dos módulos de 36 m2 se puedan unir especialmente sin ninguna dificultad, creando un único espacio continuo de 72 m2, de diferentes alturas con el fin de contener distintas actividades en simultáneo o una única.

 

FLEXIBLE

La necesidad de tener este tipo de espacios en la comunidad es evidente dadas las altas densidades de las viviendas, por eso es indispensable que el proyecto se comunique constantemente con el contexto inmediato, configurar un espacio permeable y flexible, que se logra gracias al despliegue de las puertas a ambos lados. Esto hace que se puedan dar distintas configuraciones espaciales, como conectarse con ambos lados para eventos masivos, con un solo lado para eventos menores o cerrándose por completo para realizar actividades privadas.

 

ADAPTABILIDAD

La agrupación básica permite una adaptación simple en terrenos nivelados, disponiendo los módulos uno siguiendo al otro. La propuesta concibe dejar el módulo de servicios (b) en el centro de los módulos libres (a).

Para terrenos con una pendiente de entre 5% y 20% la propuesta mantiene el ritmo de la agrupación básica, con el módulo de servicios (b) en medio al mismo nivel y los módulos libres a los extremos desplazados en el eje z para acoplarse a la pendiente.

Por su parte, para los terrenos de entre 20% y 38% se plantea la necesidad de dejar el módulo de servicios (b) en la parte superior y los módulos libres (a) con un escalonamiento mayor para adaptarse a condiciones extremas.

 

UN TECHO FUNCIONAL

Una estructura flexible y expandible, en la parte inferior del triángulo se diseña un bastidor con unos marcos de madera de 1,40 m de ancho que permiten la apertura del módulo al exterior, estos se unen a la estructura mediante unas bisagras metálicas, conformando un espacio abierto según las necesidades del encuentro. Esta misma compuerta se usará como elemento de conexión para una futura expansión.