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Arquitectura Des-Ocupa

2024

Un ejercicio de reflexión colectiva sobre los espacios públicos en Medellín. 

 

El laboratorio ocupa/desocupa es una exploración crítica y creativa sobre la percepción y el uso del espacio público en Medellín. A través de la intervención de un cubo inflable hecho de materiales plásticos, se investigan las tensiones entre la ocupación y desocupación del espacio, cuestionando las estructuras de poder que moldean nuestras interacciones en lo público. Este objeto, que se transforma de una superficie plana a un volumen, sirve como catalizador sobre la coexistencia y la resistencia en la vida urbana. 

 

ANTES DEL CUBO

 

En Coonvite, realizamos un laboratorio junto a estudiantes de arquitectura, artes y otras disciplinas, sobre la percepción que tenemos del espacio público en Medellín. Comenzamos el ejercicio listando acciones que hacemos cuando estamos solos o en compañía, cuando salimos a la calle y recorremos parques, plazas y equipamientos públicos.

 

A cielo abierto, ocupamos y desocupamos el espacio público cuando caminamos, corremos o montamos en bicicleta; cuando bailamos, hacemos yoga o piruetas. A primera vista de árbol, nos refugiamos bajo la sombra y nos resguardamos bajo el alero de las casas y edificios, evitando la lluvia. Atravesamos rápidamente avenidas, senderos y plazoletas, apurando el paso para llegar a tiempo al trabajo o cumplir una diligencia. Vivimos en los lugares públicos cuando pasamos horas jugando en ellos, conversando o simplemente observando a la gente pasar. Disfrutamos de eventos culturales con exposiciones, conciertos, teatro y diversas manifestaciones artísticas callejeras, espontáneas o programadas.

 

También nos apropiamos del espacio público cuando visitamos mercados callejeros y puestos de comida, donde, además de comprar productos, interactuamos con desconocidos. En estos movimientos por la calle, percibimos tensiones y distensiones que surgen al doblar una esquina o por un cambio de luz: "hasta las seis de la tarde aquí estoy bien, después de esa hora es mejor irse", "en esa cuadra camino tranquila, pero cuando cruzo la calle debo hacerlo rápido porque la siguiente es peligrosa".

 

En Medellín, conocer los atajos es fundamental para transitar la calle, para resguardarse del clima, de los robos y de otras amenazas. Sabemos también que existen permisos que se activan de manera transitoria o permanente; se otorgan o se retiran por actores legales o ilegales.

 

Durante esta conversación sobre el espacio público, mencionamos nuestra experiencia en manifestaciones y protestas, que transforman la calle al interrumpir su uso cotidiano y cambiarla por una causa común. Las tomas callejeras han sido motivo de celebración, de compartir una acción entre muchos, pero, al mismo tiempo, hemos sentido miedo por las repercusiones de la violencia criminal y estatal.

 

Hablamos de la dureza que debemos adoptar, como si fuera una capa más de la piel, al movernos por espacios que desconocemos o que conocemos demasiado bien. Por ejemplo, al cruzar las fronteras invisibles impuestas por las milicias urbanas y el narcotráfico, encontramos territorios dominados por la ilegalidad. Sin embargo, también existen otras fronteras, reglamentadas, en espacios que se presentan como públicos, pero que están sometidos a un control y vigilancia extremos, determinando qué, cómo y cuándo es posible estar.

 

Esta conversación inicial se convirtió en una serie de imaginarios expresados a través de recuerdos, experiencias y anhelos relacionados con la calle, ese espacio que, aunque no es nuestro hogar, es donde pasamos gran parte de nuestro tiempo viviendo diversas experiencias. Este ejercicio nos permitió hacer una declaración sobre el espacio público, un breve manifiesto que guiaría la creación de un objeto destinado a ocupar y desocupar la calle, procurando así mantener el hilo de la conversación con otros.

EQUIPO

Coonvite

Maria Juliana Yepes Burgos

Exploratorio de Medellín

EQUIPO LABORATORIO

Cristian Ríos Abello, Daniela Ríos, Milena Jaramillo, Brayana Colorado Montoya, Emiliana Miñoz Tobón, José Botero, lizeth Marín, Marcos González Anselmi, Sebastian González, Valeria Monsalve.

ESTADO

Construido

ÁREA

14 m²

MANIFIESTO

MIENTRAS EL CUBO

 

Como equipo de Coonvite, propusimos la creación de un objeto inflable que pudiera ocupar y desocupar la calle. Para su construcción, elegimos utilizar plástico de basura negro, un material omnipresente en la vida urbana, frágil y maleable, que actúa como una membrana oscura capaz de llenarse o vaciarse de significados en relación con el espacio público; ese "afuera" que también refleja lo que somos "adentro", porque entendemos que habitamos el espacio público tanto como él nos habita a nosotros.

 

El objeto a construir

En la segunda fase del laboratorio, nos dividimos en grupos para crear distintos prototipos destinados a ocupar y desocupar el espacio público. Los objetos debían ser inflables y voluminosos, y tenían la condición de abordar críticamente la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de contar con un mínimo de 14 metros cuadrados de espacio público por persona.

 

Siguiendo el enunciado provocador del laboratorio, “el espacio público es aire, el espacio público no es superficie”, destacamos la importancia de percibir los entornos urbanos de manera tridimensional y dinámica. Esta metáfora del aire enfatiza la necesidad de crear espacios adaptables y accesibles para todos, en contraposición a las estructuras restrictivas que funcionan como peajes de comportamiento. Queremos que el espacio público sea un lugar de coexistencia y diversidad, orientado al bienestar comunitario, donde su uso y funcionalidad no sean dictados por las tendencias del mercado inmobiliario y de consumo, ni por las agendas criminales.

 

Elegimos el plástico de basura negro porque es un material cotidiano, omnipresente y problemático, que plantea un desafío ecológico. Su abundancia y accesibilidad lo hacen representativo de los residuos modernos. A pesar de ser conscientes de su impacto negativo, optamos por repararlo y reutilizarlo constantemente, no como una solución ideal, sino como un medio para detonar una conversación crítica sobre el consumismo y la obsolescencia, temas que permean la actividad constructiva en las ciudades. El plástico, que pone en peligro la vida por su uso desmedido y sus implicaciones dañinas, se convierte en este caso en parte del diálogo sobre la ocupación y desocupación de nuestras ciudades, los recursos y sus implicaciones en los bienes comunes.

 

La premisa de construcción se delimitó a dividirnos en grupos y hacer un prototipo que permitiera crear hacer dobleces, cortar y pegar con cinta plástica, nada más.
 

Algunos prototipos presentan formas geométricas más definidas, como las estructuras triangulares, otros muestran composiciones más orgánicas e irregulares. Los prototipos de la izquierda con "aletas" proyectan un aspecto expansivo y dinámico: uno de ellos con las puntas hacia arriba, evocando una flor, y el otro con las puntas hacia abajo, como un ancla, ambos manteniendo cierta rigidez. 

 

La mayoría juega con el contraste entre el plástico negro y blanco, destacando las diferencias visuales y añadiendo capas de significado sobre lo "visible" y lo "invisible" en el espacio público urbano. Solo uno de los prototipos se mantiene completamente en negro, aportando una sensación más neutral.

 

Los prototipos con formas amontonadas y suaves sugieren una estructura orgánica, expresando la fluidez del espacio que ocupan. Todos son objetos inflables, lo que les permite expandirse y ocupar espacio de manera temporal, y luego reducirse sin dejar una huella permanente en el entorno.

 

Los cuatro prototipos representan ideas sobre la ocupación y desocupación del espacio público, cuestionando la temporalidad y la adaptabilidad en la calle, y se proponen despertar la curiosidad en quienes se crucen con ellos.

EL CUBO

Finalmente decidimos crear un cubo. La corta duración del taller nos llevó a expresar el sentido de ocupar y desocupar la calle a través de una figura simple, reconocible, que tiene explícitos los planos x, y, z, permitiéndonos afianzar la idea de volumen en el espacio público. Esta figura puede inflarse rápidamente con ventiladores; y su simplicidad facilita las conversaciones sobre: sobre el uso, la movilidad, y la reflexión frente al consumismo y los residuos urbanos.

 

Mediante la transformación física de bolsas de plástico, hemos creado un cubo que se expande y se contrae, simbolizando las fluctuaciones de presencia y ausencia en el entorno urbano. A continuación nuestra presentación de la escultura:​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​

SOBRE LA ESCULTURA OCUPA/DES OCUPA

 

La creación de una escultura que conscientemente ocupa y desocupa, es una manifestación física de las reflexiones planteadas sobre el uso y la percepción del espacio público de Medellín. Al desplegar el objeto, reflexionamos sobre cómo concertamos o negociamos los espacios comunes; y cómo limitamos o alentamos la coexistencia de las diferentes formas de vida, y en comunidad. 

El cubo, que ocupa/desocupa, observa las interacciones humanas y no-humanas con el espacio como una red de interdependencia simbiótica y de constante tensión. Aquí, consideramos el espacio público como un “hiperobjeto” que abarca las relaciones entre la naturaleza y la cultura, yo y otro. Es un catalizador de conversación sobre las estructuras de poder que definen el uso del espacio público.

En un contexto donde los intereses comerciales y privados a menudo se imponen sobre el valor comunitario de los espacios abiertos, reivindicamos los espacios públicos como zonas de encuentro e interacción social a través de un recordatorio físico y efímero como un punto de partida para desarrollar discusiones sobre accesibilidad, inclusión, creatividad, contemplación, recreación y bienestar colectivo.

Con este acto de ocupar y desocupar, abordamos los ciclos de presencia y ausencia. El cubo desafía la percepción convencional del espacio público y estimula la imaginación de quien lo vea, de manera que invite al movimiento y la exploración, como un símbolo de resistencia contra las restricciones físicas y sociales que limitan nuestra movilidad en lo público. De esta manera reivindicamos el derecho a expresarnos sin temor en nuestra propia ciudad.

1. Espacio / Lugar

Espacio, lugar, barrio, parque, calle. Todas son palabras que responden “dónde estás”. La noción de espacio está intrínsecamente vinculada con la presencia y la percepción humana. Al expandir esta idea más allá de nosotros mismos, redescubrimos la coexistencia de otros seres y objetos: plantas, animales, hongos, minerales, y diversas formas de la materia y energía. En este sentido, la idea de "espacio" por sí sola puede resultar abstracta e incluso vacía. ¿Quién se beneficia de esta concepción limitada?

2. Permanente / Transitorio

La estructura del cubo, temporal y efímera, contrasta intencionadamente con los monumentos permanentes que dominan nuestros espacios públicos. Este contraste nos hace preguntar cómo y por qué ciertos elementos se anclan en el espacio público mientras otros son pasajeros. Al igual que la vida misma, el espacio público es mutable; cambia con el tiempo y con los personas que lo habitan, fluye y se transforma continuamente, evocando la vitalidad de nuestra propia existencia urbana.

3. Superficie / Volumen

Transformando una superficie plana compuesta de bolsas de plástico en un cubo voluminoso e inflado, alteramos la percepción del espacio circundante. Mientras la superficie plana puede parecer restrictiva o limitada, el volumen creado invita al movimiento y la exploración. Esta conjunción nos posiciona también ante el proceso de construcción: la transformación de m² en m³ mediante la simple disposición geométrica y la entrada en juego del aire, tal vez la masa con menos masa que habita nuestro imaginario de espacio.

4. Negativo / Positivo

El cubo destaca la interacción entre el espacio ocupado (positivo) y el espacio no ocupado (negativo) dentro del entorno público. La tensión entre lo positivo y negativo construye al mundo. En Medellín, donde los espacios a menudo están abarrotados de actividad comercial, y donde el ocupar se vuelve un acto valiente que exige mayor rudeza con el pasar de las horas, este juego entre lleno y vacío adquiere una significancia especial. El vacío, en este contexto, se convierte en un respiro vital para los ciudadanos, ofreciendo un lugar para la pausa y la contemplación.

5. Incertidumbre / Certeza

El espacio público es un escenario similar a la vida, es impredecible y no completamente controlable. El cubo, como parte de este espacio, es una expresión de la incertidumbre y la espontaneidad. El cubo que oscila entre ocupar y desocupar, pone en evidencia la negociación constante entre la individualidad y la colectividad, subrayando cómo estos límites son, por su naturaleza, permeables y en continua redefinición. En una ciudad donde la privatización amenaza con restringir el acceso y modular nuestras experiencias, reclamamos la esencia de la vida en comunidad.

6. Hecho / Desecho

En el cubo que ocupa/desocupa pensamos en el uso y descarte cotidiano de plásticos en el espacio público urbano, y la posibilidad de reimaginar y resignificar materiales considerados como desechos. Este acto cuestiona las prácticas de consumo y desecho prevalentes, reconsiderando lo que se piensa como valioso o sin valor en nuestro entorno urbano, en la existencia de algo que sirve para guardar cosas, una bolsa, y en lo que nos aguarda con la presencia exponencial de un objeto que se reproduce a velocidad caprichosa y consumista. Reusar, reducir, repensar.

LAS INSTRUCCIONES

Antes de salir a la calle, decidimos crear una instrucciones, inspirados en Julio Cortázar, suscitando en quien así lo quisiera, una experiencia más performativa:

AFUERA CON EL CUBO

 

Como una pequeña crónica de un efecto anunciado, salimos a la calle con el cubo, desinflado aún, para que en menos de cinco minutos la vigilancia del Parque de los Deseos llegara a donde estábamos con sus radios prendidos y preguntando por nuestros permisos y objetivos. Recordemos que este Parque es de uso público, más no es público, y pertenece a la gestión de la Fundación de la Empresas Públicas de Medellín.

No obstante este parque ha sido un punto de encuentro masivo para los estudiantes de la Universidad de Antioquia, las familias y los jóvenes de la zona Norte de Medellín que viven en barrios cercanos como Sevilla, Chagualo, Moravia, Manrique y Prado entre otros. También fue uno de los lugares centrales durante las protestas del 2021, y sirvió de punto de concentración hasta el punto de ser renombrado todo ese año como el Parque de la Resistencia.

Sin embargo ahí estábamos esperando que alguien se comunicara con alguien para que se nos permitiera estar. Hemos ocupado la calle con solo aparecer, y ya nos han puesto límites.

Después de que nuestra acción fuese permitida, inflamos el cubo. Seis caras, ocho vértices y doces aristas se levantaron con el viento impulsado por los ventiladores de piso, y aparecieron en el paisaje del parque. En cada lado dibujamos con stencil los conceptos duales del manifiesto: Espacio / Lugar, Permanente / Transitorio, Superficie / Volumen, Negativo / Positivo, Hecho / Desecho.

 

Repartimos los fanzines con el manifiesto, las instrucciones y la presentación general del ejercicio. Movimos el cubo de un lado para el otro, entre el Parque de los Deseos y la Plazuela del Exploratorio. Comenzó a llover y lo desinflamos. Y lo tenemos 

La interacción fue breve pero sustanciosa. En pocos minutos, el cubo se había convertido en un catalizador de preguntas y miradas sobre lo que implica ocupar el espacio público. Aunque su presencia física fue efímera, permitió a las personas que lo observaron e interactuaron con él desafiar las nociones sobre quién y cómo se puede ocupar el espacio y reconocer los límites a los que nos enfrentamos todos los días como transitadores de calle. A los arquitectos y urbanistas la pregunta les interpela aún más por su rol en una ciudad donde lo público y lo privado están entremezclados.

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